sábado, 24 de abril de 2010

Hotel La Louisiane


Desde que decidimos volver a París el hotel La Louisiane era uno de los objetivos. Las cosas que habíamos leído y los personajes que se hospedaron y hospedan en él lo hacían lo sufiecientemente atractivo como para ir. Así que después de estar en el barrio 11 nos encaminamos a la Rue du Seine, al número 60 que es donde se encuentra el Hotel.

La historia del hotel es apasionante. Ha sido la guarida de beatnicks, músicos de jazz, bon vivants, escritores durante todo el siglo XX. Entre sus sábanas han dormido y algo mas Boris Vian, Juliette Gréco, Albert Camus,Jean Genet,Henry Miller,Alberto Moravia, Simone de Beauvoir. Entre sus estrechísimos pasillos da la impresión que de una de las habitaciones va a salir una melodía de trompeta tocada por Chet Baker o Miles Davis, ya que era el lugar de refugio de los jazz man cuando el jazz significaba otra cosa.
Entre las anécdotas que descubrimos durante nuestra estancia está que en la habitación número 10 del hotel Jean Paul Sartre escribió parte de "La Nausea" o que Quentin Tarantino se inspiró en la luz de los pasillos del lugar para la iluminación de "Pulp Fiction". El escritor egipcio Albert Cossery vivió desde los años 50 en su pequeña habitación de La Louisiane y solo cambió de residencia cuando murió. Lo encontraron muerto una mañana cuando fueron a hacer su habitación y no abrió la puerta. Cuando murió Amadeo Modigliani, Jeanne Hébuterne fué conducida hasta el Hotel para que pasara la noche ya que sus amigos no querían que pasara la noche en el estudio del pintor. A la mañana siguiente descubrieron un puñal bajo su almohada y pocas horas despues completaría sus deseos suicidas.
Son algunas de las historias conocidas que encierran sus paredes, realidad o ficción.




El hotel en la actualidad es un lugar encantador anclado en su pasado. No hay televisión en las habitaciones quizás para no estropear el entorno y romper la tranquilidad. El pequeño ascensor es lento y se quedó atascado en mas de una ocasión, la cama no es del todo cómoda. El baño de la habitación es enorme en comparación al resto del lugar y la luz que entra por los dos ventanales mezclada con el sonido que sube de la calle nos lleva a pensar en una postal parisina. Nada mas llegar a la habitación un acordeonista tocaba entre los cafés "la vie en rose".
Es un lugar tranquilo, para pensar y disfrutar del entorno y de su historia, o como el nombre del articulo donde Manuel Vicent escribió sobre él, con fantasmas.

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